Desde
este punto de la escritura que en tiempos polarizados, resulta un drenar
necesario, es inevitable opinar sobre Venezuela, país con nombre de mujer
fustigada por la intolerancia.
Lo
que veo no me gusta, lo que se siente es aún peor, la falta de Comunicación que
las grandes mayorías practican de forma mecánica, es la causa directa de esta
crisis en ejecución, efectivamente observar la Comunicación como algo mecánico
movido por una causa efecto, resulta en lo que ahora Venezuela está viviendo.
La Comunicación siempre
es y será etérea si quienes la ejercen lo hacen mecánicamente, con el objetivo
de obtener beneficios a sus intereses individuales. Conciliar no indica
claudicar posiciones, ella significa poner sobre la mesa, agruparnos dentro del
interés colectivo. En resumen: la COMUNICACIÓN ES UNA RELACIÓN y en la
Venezuela de este febrero 2014, eso no está presente.
“Varias
guerras hacen su agosto” en el país
consolidando aquello de que somos el país de las agendas, enumerarlas todas o las
más impactantes es un absurdo, y sería caer en el juego de los actores de
nuestro florido Espacio Público.
Es inevitablemente necesario dialogar y hacerlo seriamente. Voces gritan, estudiantes marchan, colectivos van y vienen, oposición calienta la calle, gobierno actúa... ¿pero dónde está una propuesta concreta de país donde la productividad, integración y desarrollo social compartan una visión común?
No
es el uso de las redes sociales y de la Videopolítica, lo que brinda la
solución a los problemas crónicos e inminentes de la Venezuela del febrero
presente. Hemos visto con hastío como
expresan venezolanos con intolerancia insaciable, sus deseos de lograr una
ruptura constitucional por la vía violenta. Activistas de oficio, activistas
massmedia, no han aprendido ni aprenderán que la violencia es el arma de los
que no tienen la razón, alguien en la actual diatriba por el poder político
tiene que ceder.
Las
protestas de un estudiante son perfectamente legítimas, pero tan frágiles es
sus consignas, que igualmente son mutables hasta convertirlas en anarquismo de
lo público: es el anarquismo y la falta de autoridad coercitiva lo que nos
tiene congelados en este fútil febrero cuya estela está rodeada de propuestas
de diálogo por un lado, incredulidad por el otro. Sin una mínima intención de
congeniar ideas y propuestas concretas
para un país más humano y productivo en común, la respuesta de lo que se desarrolla hoy solo quedará en un
ideal arruinado por el febrero presente.
De
usted depende, si su lenguaje continúa siendo parte del problema, o tiende
puentes para una solución....
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